Maybe hoping for a change is a dream, maybe life ain't as bad as it seams. But if dreaming is the best i can do, then I'll be dreaming my whole life through

miércoles, 4 de enero de 2012

LA NIÑA DE LA SELVA


Aquella que se mueve por el corazón, que le arrastra a la esponjosa selva tropical a perderse en infinitos mares de té para encontrarse de bruces con stupas, dientes de buda o gigantescas rocas que dominan bosques desde su majestuosidad.

La prisa por coger el último tren hasta Anuradhpura me hico meterme de cabeza en Colombo, capital de Sri Lanka, tras sufrir más de dos horas de un insufrible atasco desde el aeropuerto hasta la ciudad corrí a la estación de trenes para darme de bruces con un enorme cartel “full”.

Pero ya he aprendido, todo tiene un porqué. De esta forma conocí a Bashi, un chico que también iba al mismo destino que yo y con quien emprendí la agotadora travesía de más de 7 horas hasta la ciudad sagrada donde buda se convirtió en lord. La carretera la estaban construyendo por lo que el autobús se convirtió en un viaje en camello hasta el norte de la isla.

Bashi resulto ser hijo del fundador de una de las ongs mas importantes del país y con su rápido y callejero ingles me tuvo entretenida todo el camino contándome la labor que realizan y la forma de trabajo que tienen con las víctimas de las minas de tierra. Llegamos a media noche, entre historias de robos y violaciones a turistas. Sin embargo, aquella noche mis únicas enemigas fueron las gigantes cucarachas voladoras.

Mi nuevo “guía” vino pronto a la mañana siguiente, alquiló dos bicis y visitamos todos los rincones de la ciudad sagrada. Me explicó su país y su tradición y me dio suficientes energías como para emprender mi camino en solitario hacia Polonnaruwa, segunda ciudad sagrada del triangulo. Sin embargo, mientras me llevaban a coger el autobús entre él y el conductor del risck shaw me metieron miedo con diferentes argumentos y explicaciones en ocasiones demasiado graficas de todo lo que le puede pasar a una chica viajando sola de noche. ¡Pero he vivido en Quito hombre! Decidí seguir mi camino, solo tenía 14 días y quería conocer muchos lugares en Ceylán. Me metí en el bus dirección Dambulla, donde cogería otro autobús hacia Polonnaruwa.

Mi móvil empezó a sonar y no ceso durante las tres horas de trayecto con mensajes suplicándome que no siguiera más allá e hiciese noche en Dambulla. Me acojonaron, para que mentiros. Sobre todo el detalle de que lo más peligroso de todo son los militares reprimidos que se han quedado tocados por la reciente guerra. Esto me iba a traer problemas, acostumbrada a viajar de noche para ahorrar tiempo y hostales el factor de tener que recluirme en un hostal antes del anochecer me iba a frenar en mi frenético viaje por la tierra de los mil nombres.
Una vez más los giros inesperados de los viajes hacen que los pequeños obstáculos que te encuentras en un principio se deshagan. Pau, un chico que conocí en la fundación Vicente Ferrer estaba en el aeropuerto y se iba a encontrar conmigo para continuar juntos recorriendo la lágrima de la India.

Me desperté con el ruido de la fuerte lluvia característica del monzón, desde luego eso no era lo que tenía en mente cuando pensaba en navidades en Sri Lanka. Vacilé en si merecería la pena visitar Sigiriya con lluvia o no. Pero sin nada mejor que hacer me dirigí hacia la imponente roca que reina sobre la vasta selva. No dejé de respirar con todas mis fuerzas en lo alto, ese aire, limpio, verde y húmedo te llenaba de energía y vida, era absorber oxigeno y paz. Y como no, un gigantesco buda sobresalía en el infinito.
Una vez con hombre a mi vera emprendimos el viaje destino Polonnaruwa, pero el destino hizo que cambiásemos de idea segundos antes de montarnos en el bus y decidimos irnos al mar, Trincomalee. Queríamos sol y playa para navidad.
Supuestas 3 horas de bus que acabaron en seis (aquí tienen una medida diferente para las horas) nos dejaron ver un desértico Trinco con aguas llenas de corrientes y delicioso marisco con locales totalmente locos por todas partes. De ello da fe la foto con los papaneoles indios con mascaras de hombre blanco y tripa y culo artificiales que bailaban al son de una especie de regeton.
Tras un par de días de relax y con un nuevo miembro en el grupo, un alemán que Pau había conocido en Delhi que apareció cual Jesucristo en un local de comidas a las tantas de la noche, nos dirigimos, ahora sí, a Polonnaruwa.

Recorrimos en bici la ciudad sagrada y nos despedimos del cómico “Jesús” para ir hasta Kandy en busca del diente de buda. Una hermosa ciudad alrededor de un lago con el abarrotado templo que alberga la reliquia.
Yo tenía ganas de Té, el mejor del mundo, asique decidimos coger un tren desde Kandy hasta Nuwara Eliya que subía por gigantescas montañas de té creando mares ondeantes de arbustos con un verde que jamás había visto antes.
Por primera vez desde que había emprendido mi viaje sentí frio, en medio de las montañas con atardeceres morados, te por doquier y tiendas de alcohol cada dos tiendas normales la manta del hostal se agradecía por la noche. De construcción británica con hermosas casitas salpicadas por el monte y ese olor que te activa desde por la mañana para perderte por lagos o estaciones de autobús. Teína.
Con más de media mochila cargada de té, comiéndome unos garbanzos en el autobús (every thing it´s possible in Sri Lanka) pudimos emprender el camino hacia Ratnapura, ciudad que tomaremos como base para peregrinar hasta Adam´s Peak.

PD: Llevo una media de tres jugosos y dulces mangos al día…

1 comentario:

  1. buaaa normal...q miedo!!! ten cuidado tronkita, q desgraciadamente hay gente q no está muy bien.
    impresionante todo lo q leo!!
    un besote!!

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