Maybe hoping for a change is a dream, maybe life ain't as bad as it seams. But if dreaming is the best i can do, then I'll be dreaming my whole life through

domingo, 23 de octubre de 2011

Námaste

Por fin creo que soy capaz de escribir algo más que “me encanta, que feliz estoy o todo perfecto”. Sigo en una nube de felicidad extrema, como dice Dolly (mi couchsurfer) no paro de sonreír y espero que así siga por mucho tiempo. Tal y como ella me dijo, en India la felicidad es casi como una norma general y yo no iba a ser menos.
El vuelo Zúrich-Mumbai fue rápido, incluso más de lo deseado (los que me conocéis bien sabéis cuanto me gustan estos vuelos en mega aviones). Aunque estaba muerta de sueño no pude para de hablar con Neus, mi compi durante el trayecto. Ella viaja a India unas dos veces al año por motivos de trabajo y en cuanto se sentó a mi lado con un libro en español la conversación no ceso más que para alguna siestecilla o mientras añadí a mi larga lista un sinfín de música que os iré recomendando en cuanto tenga internes.
¿Os he dicho ya que adoro la competencia suiza? Mi maleta no me hizo esperar y tras responder un sinfín de preguntas en la aduana por fin se abrieron las puertas a mi sueño, el cual seguía siendo tal, puesto que seguía sin asumir mi futuro inminente.
A pesar de que era de noche lo primero que percibí de Bombay fue el calor. Apenas bajarme del avión, lejos ya del aire acondicionado de éste, noté como tenía la ropa bañada en un repentino sudor. Sentía los latidos del corazón y mis ansias por descubrir todo bajo el yugo del nuevo clima. Cada respiración era como una pequeña victoria, lo había logrado y me sentía bien, muy bien. Pronto supe que el sudor de la selva nunca remite porque el calor que lo produce, noche y día, es un calor húmedo. En Mumbai, la sofocante humedad nos convierte a todos en anfibios; respiramos agua en el aire. Se aprende a vivir con ello y no sé si podría llegar a decir que incluso se le toma gusto.
Lo segundo que noté a mi llegada fue el olor que impregnaba el aire. Me llego antes de ver u oír nada de la India. Durante aquel primer instante en Bombay, ese olor, a mí, me emocionó y a la vez me encantó, pero aun así no lograba distinguirlo. Ahora sé  que se trataba del olor dulzón y sudoroso de la ilusión. En el libro que me estoy leyendo lo describe de una forma perfecta por lo que simplemente os voy a copiar su descripción. Es el olor de los dioses, los demonios, los imperios y las civilizaciones en sus procesos de resurrección y decadencia. Es el olor de la superficie azulada del mar, que se percibe desde cualquier lugar de la llamada Ciudad de la Isla. Huele a movimiento, el sueño y los despojos de sesenta millones de animales, más de la mitad de los cuales son humanos y ratas. Huele a corazones rotos, a la lucha por la vida y a los cruciales fracasos y amores que genera nuestro valor. Huele a diez mil restaurantes, cinco mil templos, santuarios, iglesias y mezquitas, y a cien bazares dedicados en exclusiva a perfumes, especias, incienso y flores recién cortadas. Creo que no podría haberlo descrito mejor…
Nada más despertarme salí ansiosa por absorber todo. Después de otos, (moto taxis para los latinos) trenes y taxis llegué a la famosa Gateway. Allí conocí a Ilka, una alemana que había dejado su trabajo e iba a Goa para sacarse el título de profesora de Yoga. Juntas callejeamos todo el día, sin dejar de sorprendernos por la abundante e increíble arquitectura de esta ciudad. Comimos por 25 rupias (0,38 cent) un especiado arroz en la calle y acabamos en el famoso Leopold´s Café echando unas birras. ¡Ah! Se me olvidaba contaros que yendo por la calle nos ofrecieron salir en una peli de Bollywood, cosa que debe ser bastante usual he de reconocer. Una vez se fue a su hotel yo me dispuse a volver a coger taxis, trenes y demás hasta llegar a otro barrio donde me esperaba mi anfitriona. Cenamos y tomamos una crevecitas junto a la orilla del mar arábigo.
Dolly trabaja en Bollywood, editando y haciendo de todo, por lo que no ha podido estar conmigo más que para cenar; aun así la considero una perfecta embajadora de la ciudad (y eso que es de Calcuta) y ha estado pendiente de que no me falte nada en todo momento.
No sé cómo, todos los días nos daban las tantas charlando y riendo en su casa…aun así la energía me sobra para despertarme y volver a comerme el mundo cada mañana. Y así lo hice.
Cogí un barco hasta Elephanta Island y ¡menuda sorpresa! A una hora de la ciudad se encuentra esta maravilla arqueológica. Son una serie de templos Budistas dedicados a Shiva que están esculpidos en la propia montaña.
Culminé el día con una exquisita cena junto con mi “única amiga india” en una restaurante típico de Bengala. Una perfecta despedida entre ambas aun a sabiendas que nos volveremos a ver. ¡Ya hemos quedado que vendrá a visitarme a Sangli!
Mi bus nocturno salía el viernes 21 a las 9 de la noche, por lo que tuve todo el día para visitar todo lo que me quedaba pendiente. Me acerqué a Dhobi Ghat, donde cada día se limpian millones y millones de kg de ropa. Pasé horas en el museo de Mahatma Gandhi, que fue su residencia cuando éste formuló su filosofía de protesta pacífica satyagraha. Realmente conmovedor y lleno de inspiración.
Como veis, me cuesta mucho decidir qué es y que no es importante. Os pido que me digáis que cosas son las que os interesan y así, me enseñáis a escribir un blog; con el tiempo espero hacerlo mejor. Por el momento, hago de éste una especie de diario, que supongo que con el paso de los años me hará volver a sentirme tan libre como lo soy ahora.
Llena de amor, de paz y sobre todo de felicidad me dispongo a seguir con mi aventura, y tal y como me aconsejó un pureta que yo me sé, lo haré con fuerza y sonrisas, muchas.
“We are all one”

3 comentarios:

  1. todo es interesante amaia, no podías haberlo redactado mejor, sigue disfrutandolo y luego nos lo cuentas!! un besazo

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  2. Te odiaré toda la vida por frases como esta: "Cenamos y tomamos una cervecitas junto a la orilla del mar arábigo."

    aupa ahí, a seguir disfrutando!

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  3. Qué envidia Amaia (creo que esta frase va a ser la que más te repita, jajaja). Me tienes que chivar cómo se hacen las comidas más ricas que te encuentres ¿vale?

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